El noble arte de ser creativo

La copia es bella, dicen los más entendidos. 

 
Te da solidez, seguridad y estabilidad.
 
La copia es inteligente, afirman los más estrictos. 
 
Te da contundencia, competitividad, seriedad.
 
La copia es necesaria, comentan los más indecisos. 
 
Te da oportunidad, futuro, destino.
 
La copia es copia, dicen los más creativos. 
 
Nunca te dará la razón y el corazón de su motivo.

 

 

Y un diseño sin razón ni corazón...

es un diseño consentido

y sin... sentido.

 

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En el mundo del diseño existen muchos DeSastres pero muy pocos Sastres.

Los Sastres, tomamos medidas, ajustamos, reestructuramos, damos cuerpo, forma, contenido, pensamos hacia adelante y hacia atrás, superamos, afianzamos, provocamos, recogemos críticas, traducimos feedback, creamos. Ante un espacio blanco lo llenamos en nuestra imaginación, de manera virtual con colores, estilos gráficos, contornos, ideas creativas con un objetivo, con una clara orientación y con una clara intencionalidad de ser perdurable. 

 

Planteamos bocetos, propuestas para ser valoradas, tenidas en cuenta o validadas.

Y tras ello... tras una costosa, esforzada y bien luchada validación de la idea, nos remangamos y nos decimos "venga! ahora a arrimar el hombro para hacer que sea una realidad".

 

Los DeSatres, los que van De Sastres, para que nos entendamos, tienen una idea fantástica, creada de su espontaneidad y entusiasmo superficial y temporal por algo novedoso, extraño, ambigüo o snob. En otros casos menos creativos tienen una idea copiada, manoseada en su concepto, distorsionada, apretada para que encaje en su planteamiento.  Cualquiera de las dos situaciones es viable ante un DeSastre. Cuando tienen esa idea conformada en líneas generales y a un alto nivel, tan alto que parece más propio de las nubes, la presentan, le dan bombo, con palabras escogidas, comedidas y, en ocasiones, idas de pinza y la exponen. Ante tal "maravilla" todos aplauden (todos menos los sastres que están pensando en su futurabilidad).

 

Tras ello... se dedican a pensar en otra idea, abandonando a su suerte a un pequeño grupo de Sastres que no saben ni por dónde empezar a vestir ese engendro.

 

Tras un DeSastre que ha tenido éxito y muchas palmadas en su espalda lo único que hay es uno o unos buenos Sastres que han sabido encauzar una paranoia ajena en algo entendible, medible, expresable y deseable.

 

Si quieres leer más textos como éste visita mi blog personal de diseño:

Desastrecilla valiente (para quien quiere ver y entender la realidad de un diseñador no tiene desperdicio).

 

 

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© Cristina Mena Gomez

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